La reciente polémica a raíz de las declaraciones del ministro Garzón sobre las “macrogranjas” ha dado para mucho. Uno de los aspectos que se han puesto sobre la mesa debido al debate generado es el etiquetado de los productos cárnicos. Los consumidores quieren saber, no sólo de dónde procede geográficamente la carne que consumen, sino cómo han vivido los animales y cuál es el modelo de explotación ganadera con el que han sido criados.
El actual etiquetado de los productos cárnicos permite al consumidor conocer dónde se ha criado el animal, si ha pasado por otras instalaciones y dónde ha sido sacrificado. Es lo que se conoce como trazabilidad alimentaria y sirve para seguir la pista de ese producto durante toda la cadena de producción, para mantener y salvaguardar la seguridad alimentaria y conocer quién es el responsable en caso de que la carne esté en malas condiciones o se produzca una intoxicación.
Pero este etiquetado no comunica detalles sobre cómo ha sido la vida del animal, ni la contaminación que producen los distintos tipos de instalaciones o la vinculación con el territorio de las explotaciones ganaderas. Algo que los consumidores empiezan a valorar.
Existen diferentes sellos de calidad, como las Indicaciones Geográficas Protegidas, o las Denominaciones de Origen, que aportan información sobre el origen, y por otor lado existen también sellos privados que certifican determinadas prácticas pero que no están sujetos a una homologación o legislación común. No siempre pero en algunas ocasiones estas certificaciones privadas pueden responder a prácticas como el “greenwashing” o “blanqueo ecológico”. Una estrategia de marketing súper extendida y que se utiliza para “disfrazar” productos como ecológicos cuando en realidad no lo son.
Recientemente la preocupación de los consumidores por conocer el modelo de producción ganadera ligado a los productos cárnicos ha dado lugar a varias iniciativas para solicitar a los gobernantes un etiquetado más transparente
El sello ecológico europeo, garantía de producción respetuosa con los animales y el entorno
Sin embargo sí que existe un sello, la eurohoja, que garantiza que un producto cárnico ha sido producido bajo los estándares de la agricultura y la ganadería ecológicas. Este identificativo facilita que los consumidores identifiquen los productos ecológicos que han sido debidamente certificados por un organismo de control autorizado y que cumplen con las exigentes condiciones de producción, transformación, transporte y almacenamiento detalladas en la normativa europea.
En este sentido los productos de origen animal con certificación ecológica, como en nuestro caso la carne y embutidos ecológicos elaborados por Embutidos Luis Gil, ofrecen al consumidor la absoluta garantía de que han sido producidos bajo las premisas del bienestar animal, el respeto al medioambiente y con únicamente ingredientes procedentes de agricultura ecológica libres de productos químicos y organismos modificados genéticamente (OMG).